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Cuando salieron de la casa llevaban al hombre esposado que tenía la cara blanca y se le veía a punto de llorar, su esposa y sus cuatro hijos estaban llorando desconsoladamente y con una cara de terror. Al parecer era un hombre bueno, que trabajaba para poder mantener a su familia. En ese momento supe que había metido a aquel pobre hombre en un buen lio y todo por mi culpa. Supe que ese momento nunca se me borraría de la cabeza. Esa noche no pude dormir asique me puse a pensar, pensé que debería de decir toda la verdad, pero me metería en un doble problema. Pero no podía permitir que aquel pobre hombre fuera el culpable  de algo que no había hecho. Lo que haría seria esperar unos días a ver si creían al pobre hombre y lo dejaban libre y que volviera a su rutina normal y poder ver a su esposa y sus cuatro hijos de nuevo porque no le dejaban que nadie lo visitara hasta que no dijese toda la verdad y el les decía  que él no lo había hecho que no había escrito la carta pero como no lo creían se pensaban que estaba mintiendo. Si esto no ocurría y seguían echándole la culpa de algo que no había hecho ya pensaría en que hacer para ayudar a aquel pobre hombre pero sin culparme a mí. Si no seria y pasaría lo mismo que si dijese en un principio que la culpable de todo aquello era yo la que había escrito esa carta tan famosa era yo. Que yo había escrito aquella carta porque no me parecía bien las normas. Debía pensar y actuar rápido porque el tiempo pasaba muy rápido. También tenía que ocultarle todo aquello a mi familia, que sería bastante difícil. Antes de que me diera cuenta ya habían pasado tres días y todo aquel problema seguía igual. Debía actuar con algo rápidamente sin dejar pasar ni un segundo más. Pasó un día y seguía igual, al hombre lo seguían culpando y yo estaba de los nervios y sin saber que podía hacer. De pronto me acorde de la ONU que era una organización para ayudar a la gente inmigrantes con problemas políticos, podían denunciar al estado de mi parte pero sin decirles de parte de quien exactamente iban. También daba la casualidad de que aquel pobre hombre al que llamaban algunos Francisquito de forma cariñosa era también inmigrante al igual que yo. Tenía que llamarles en ese mismo instante para pedirles ayuda. Pero tenía que conseguir su número de teléfono rápidamente. Pero como lo haría. No tenía ni idea de que podía hacer para conseguirlo ya. Me empecé a arrepentir de lo que había hecho pero ya no se podía volver atrás. Estuve a punto de contarle todo a mi padre porque no aguantaba más con la presión. Pero no lo hice sabía que si se lo contaba todo lo que había ocurrido, me diría que a partir de ese instante se haría cargo el de solucionar todo aquello y no lo quería meter en problemas que yo quería solucionar sola y sin que nadie me ayudara. A mi madre le encantaba leer, le gustaba todo mientras que fuese para leer le gustaba tanto la historia como la intriga, la novela, como leer chinchorreo y por eso compraba siempre todos los días el periódico porque venían historias, chistes, anécdotas, etc. Y ese día como no sabía que hacer pensé en relajarme un rato y leer las noticias del periódico. Aparecía en el periódico que el estado estaba enfadado por haber recibido una carta de un hombre que decía que él no había escrito aquella carta y estaban hecho un lío. Deje el periódico pero no me lo podía creer lo que estaba viendo no sabía ni cómo ni porque venía el numero de la  ONU  escrito detrás en el periódico. No me lo pensé llame rápidamente. Le conté todo lo que había pasado y porqué lo había hecho. Me dijeron que no pasaba nada que al contrario, que había hecho bien en dar mi opinión, que me ayudarían en todo y que no me preocupase de nada que ellos hablarían de mi parte pero que los del estado no se enterarían de parte de quien iba la ONU. Me dijeron que le iban a escribir una carta quejándose y que si les decían algo que no le gustara mucho a la ONU, podían hasta llegar a denunciarlos porque podían hacerlo. Le escribirían cuanto pudieran y se lo mandarían. Me dijeron que todo lo que hablasen con ellos me lo mandarían por carta para que yo supiese todo lo que estaba ocurriendo con aquel tema. Al los dos días siguientes me mandaron una carta que  provenía de la ONU, era lo que  le habían escrito. Decía lo siguiente: “Querido estado, somos de la ONU, una organización internacional para ayudar a los inmigrantes en todo lo que podamos. Esta carta está escrita y envía a ustedes porque hay un problema con un señor que tienen retenido porque pensáis que ha sido él cuando no ha sido el. Deberían solucionarlo rápido. Si se ponen a quejarse en lugar de solucionarlo,  podemos hacer algo. Que pasen un buen día. Un cordial saludo, la ONU.” No me creía que me hubiesen ayudado al final pensé que era una de esas organizaciones que te dicen que te van a ayudar en cuanto puedan y pueden pasar dos o tres meses y todavía no te han ayudado o ni si quieran te ayudan, pero esta organización no era así, no habían tardado en escribirle al estado dos días era asombroso y tenía que darles las gracias por todo lo que estaban haciendo por mí, así que les mande una cesta de galletas dándoles las gracias por todo. Yo no me arrepentía de lo que había hecho. Hasta llegaba a estar feliz porque podrían hacerme caso y cambiar aquella norma tan cruel. A los pocos días me volvieron a mandar otra carta. Mis padres y mis dos hermanas Raquel y Elsa no se habían dado cuenta por  suerte.